Sábado, 16 de octubre de 2005
Los despertadores sonaron, pero fue muy difícil levantarse para ver el espectáculo. Cuando salimos a cubierta vimos uno de los paisajes más espectaculares que he visto hasta ahora. El amanecer en el fiordo de Oslo fue una pasada. No había ni una nube y pudimos ver el espectáculo del otoño con las casitas noruegas aquí y allí.
Oslo es pequeño y perfecto. Se respira calidad de vida por todas partes y las noruegas son muy agradables y sonrientes. Estuvimos paseando por la calle central para luego ir hasta un parque gigante lleno de estatuas. También tuvimos un poco de tiempo para visitar el puerto. No daba tiempo para más, pero aún así mereció la pena. Luego en el barco Paolo y yo estuvimos disfrutando de la sauna y el hidromasaje durante unas cuantas horas. Por la noche fiesta en el barco hasta altas horas.
lunes, octubre 17, 2005
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1 comentario:
Jooooooooo, yo quiero volver a Oslo, jooooooo. Qué recuerdos, snif snif. Yo quiero vivir ahí, jooooooooo
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